Escuela Internacional de

Masaje Tradicional Tailandes

Zen Shiatsu y Reiki.

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Zen Shiatsu: Tocar el Alma con las Manos

Muchas veces se ha escrito acerca del Zen Shiatsu como técnica y de su utilidad para poder aliviar distintos desequilibrios o problemas físicos y emocionales. Pero raramente se escribe de él como arte, aunque en realidad tenga mucho de esto. Para algunos de los que lo practicamos, el Zen Shiatsu verdaderamente es una forma de arte en donde sentimos, percibimos e interactuamos con el otro a través de nuestro tacto y de nuestra intención.


Al igual que en el estudio del idioma japonés o de cualquier otra expresión que refleje la forma de ser y de expresar de un pueblo, aprender Zen Shiatsu no es solamente conocer la técnica correcta de manipulación física, sino el compromiso y la necesidad de sumergirnos, apreciar y comprender los múltiples aspectos filosóficos de esta cultura.

Desde este punto de vista, encontramos que el tocar al otro en Zen Shiatsu es mucho mas que un simple contacto físico. Es abrirnos y sensibilizarnos a él como un todo que incluye tanto su parte física, como la emocional, mental y espiritual. Porque en la visión oriental, una persona se conforma de todos estos planos unificados, y comprender el por qué de un síntoma o enfermedad requiere buscar su raíz en todos ellos. 

También descubrimos que es dejar de lado nuestra individualidad y nuestro ego para poder unirnos y convertirnos en la persona, tratando así de sentir que es lo que realmente necesita y actuar en consecuencia. Así por ejemplo, si ésta tiene un dolor de garganta manifestado o no, el terapeuta puede llegar a percibirlo en su propia garganta y de esta forma, realizar el trabajo apropiado hasta sentir que el malestar desapareció.

Conectarnos con alguien de esta forma requiere entrar en un estado Zen y liberarnos de los límites que nos imponen nuestra mente y nuestro ego. Por un lado, la mente que, con su necesidad de dividir y clasificar para comprender, nos impide unificarnos con el todo de la otra persona. Por el otro, nuestro propio ego, que crea una barrera que nos aísla y separa de lo que le esta pasando al otro y nos hace creer que sabemos lo que él necesita, que todas las respuestas están en nosotros. 

Los antiguos maestros de Zen tienen un concepto clave para lograr todo esto: ellos nos hablan de recuperar la esencia del shoshin, la mente del principiante. Esta idea, la de entender que todos somos principiantes, es reconocer que siempre tenemos cosas que aprender. Es conservar la capacidad de asombro del niño para quien todo es posible y no dejar que nos limiten nuestros pensamientos, conocimientos o pautas culturales, sino permanecer abierto a lo que el otro nos quiere transmitir. 

Es también recordar que para poder ayudar a alguien necesitamos, no solamente el conocimiento teórico y practico concreto, sino también darles un lugar a esas sensaciones y percepciones que muchas veces están más allá del plano de lo que podemos poner en palabras o explicar con razonamientos.

En unificar todo esto radica el arte del Zen Shiatsu. Necesitamos conocer su teoría y su técnica pero además, recorrer todo un camino de aprendizaje de apertura mental y espiritual necesario para practicarlo. Un camino que nos enseña, poco a poco, a dejar de lado nuestros propios prejuicios e ideas preconcebidas y a vivir cada experiencia como si fuese la primera vez. A aprender a no juzgar ni comparar. A ver a los otros mas allá de lo que ven nuestros ojos y oír mas allá de las palabras que escuchamos. A confiar en nuestra intuición y percepción profundas.

Ese recorrido es el que en definitiva, nos enseña y nos permite conectarnos con los demás desde nuestro corazón al corazón de ellos. Y es precisamente allí, cuando tecnica, percepción y arte se confunden, donde el Zen Shiatsu encuentra una dimensión mucho mas significativa, permitiéndonos realmente llegar a tocar el alma de los otros y dejar que sea ella quien guíe nuestras manos por el camino correcto.